CRÓNICAS BURDELIANAS

Teorizando entre las legumbres


“Más que una pasión un sentimiento” jaja. Las pelotas

por felipebravotorres


Parece ser: un par de tarados eufóricos, con las poleras de sus equipos girando sobre sus cabezas a pleno sol un domingo por la tarde en la cancha cantando canciones engoladas; quizás, poderosos atletas, alentados por familias enteras con bufandas de sus colores favoritos; tal vez, muy probablemente, ambas cosas, atletas e hinchas (más el camuflado marketing enorme) servidos frente a la emoción, o el chutado orgasmos de un gol, de un golazo. Nosotros, los hinchas de “los 90 minutos del deporte más bello del mundo”, diremos: el fútbol: más que una pasión, un sentimiento.

Como dirían en país futbolizado: LAS PELOTAS. LAS PELOTAS

Lo cierto es que de pasión poco. El fútbol, hoy en día, es un deporte de buenos modales y costumbres, un siervo no del fervor, sino del Fair Play. El espíritu apolíneo exacerbado se ha apoderado de él; diríamos que Diosniso ha colgado los zapatos. Apareció la tarjeta amarilla y acumuló dos, con lo que se ganó automáticamente la roja.

Paulatinamente el jugador de fútbol se ha visto preso del reglamento, de las buenas costumbres, de la camaradería con el rival, de la atenuación de espíritu de revitalización del Ego. La euforia, la pasión, la sobredimensión de las capacidades individuales y colectivas, son ya cualidades de adorno y decoración. Reliquias de un deporte primitivo.
Para muchos la emoción contenida, la catarsis, la explosión y el punto orgásmico (el punto G en la pelota de fútbol) es el gol. Es el clímax del juego, la expresión máxima de las capacidades, la rudeza, la habilidad, la creación artística, la no habilidad del poderío físico. Sin embargo, en esta dictadura del reglamento, de la conciencia y la humildad, se han consolidado cosas como el Fair Play, el castigo de la alegría y la expresión (y hablo particularmente del castigo a quitarse la polera como señal de festejo y euforia).

El niño que imagina la camiseta con su nombre y el público coreándolo, está condenado a hipotecar la fantasía de eludir a todos los rivales y hacer un gol gritándolo a la cara del equipo contrario, a cambio de un mal entendido desarrollo colectivo del juego. Es posible que parezca trivial y antojadiza la comparación, pero de hacer la extensión de este sentir hacia otras áreas del comportamiento de las personas, nos daremos cuenta que dentro del ser humano no sólo hay olor a putrefacción de la carne en descomposición que fagocitamos y auto fagocitamos, sino que, de las venas sale cada vez más olor a metanol y aceite.

El futbolista es un obrero sumiso, obediente y acallado con el último auto deportivo o play station. Es un siervo que apesta a Soma, el brebaje del mundo ese de Huxley. Será difícil entonces, reposicionar a aquellos que alguna vez fueron los últimos exponentes de Dioniso jugando a la pelota: René Higuitas, Erick Cantoná, Valderrama, Garrinsha, Juan “Candonga” Carreño, Diego Armando Maradona; todos ellos, automarginados de las palabras de buena crianza, sabedores del éxtasis que produce la humillación del rival al pasar la pelota por entre sus piernas. Aprendieron de niños que en el fútbol como en la vida: todo es cancha (a pesar de la insistencia de muchos en pensarlo como: en la vida y en el fútbol: todo es charcha).

Mención especial para el gran George Best, el norirlandés conocido como el quinto Beatles. Una suerte de materialización de la economía general de Bataille[1]. Y de qué modo que entendía el fútbol; no podríamos dudar que ahí había, efectivamente, la pasión robustecida en sentimiento. Y, parece, que a la hora de entender las cosas como totalidad, él lo hacía muy a su modo; extremando el principio de pérdida, que el pensador francés reconocía como la deuda de la economía restringida:

“En 1969 dejé las mujeres y el alcohol; fueron los peores 20 minutos de mi vida"
"He gastado mucho dinero en mujeres, coches y alcohol...el resto lo he despilfarrado".
[2]



Imágenes asociadas:
Maradona con lágrimas esquivándole la mano al presidente de la FIFA, en la premiación de laguna final del campeonato del mundo al recibir la medalla.

Maradona expresando: “me han cortado las piernas con esta sanción”.
Candonga Carreño en pie de guerra sólo, contra los once del otro equipo.
Maradona respondiendo golpes desde el suelo cuando le fracturan el fémur, durante su paso por Barcelona.
José René Higuitas suspendido en el aire en forma de escorpión para atajar un remate, en el Wembley.
George Best en esa taberna de Liverpool

[1] Maestro chasquilla del Pensamiento francés.
[2] El quinto Beatles.






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