CRÓNICAS BURDELIANAS

Teorizando entre las legumbres


Teoría Insólita

por felipebravotorres
fotografia por Jacquie Fonseca

Teoría insólita (Filosofía barata):

En febrero de 1997 un instituto científico escocé (Roslin) s anunció al mundo la clonación de una oveja (Dolly) a partir de una oveja adulta. Todo esto con fines terapéuticos.

El tema no dejó indiferencia en los auditores de la noticia, sino que por el contrario, el impacto causado es impresionante y mantiene expectante a la comunidad internacional en los más diversos ambientes. Tan diversos fueron los ambientes que incluso el impacto repercutió en mí. Debo admitir que con un poco de tardanza, pero no con menor fervor. El año 2000, se anunciaba como uno distinto, importante, catastrófico incluso para algunos. Los computadores colapsarían, la gente preparaba mochilas de supervivencia, etc... Por mi parte fue el año para lograr traer de nuevo al tapete la noticia del ’97.

Claro, era obvio, clonar una oveja no fue algo derechamente con fines terapéuticos. Si la verdad estaba en alguna parte, seguro que no sería en los medios de comunicación ni mucho menos en los científicos, debía haber algo oculto. La simbología, por supuesto, tenía mucho que decir en este caso.

¿La elección de una oveja era fortuita?, ¿por qué no fue una vez más un ratón la víctima de los experimentos científicos?, las preguntas nuevamente sobraban y las respuestas e interpretaciones eran escasas. Pero en este tipo de cosas siempre es bueno remontarse a las tradicionales voces que tienen o creen tener algo que decir en los temas transversales y para eso habría que recurrir a magos, chamanes, oráculos, los beatles……….la Biblia.



“Una oveja”, qué significaría. Largas fueron las jornadas, finalmente llegué a una conclusión que, aparentemente, sería la que podría encaminar mis razonamientos. Tradicionalmente en misas y en la Biblia se habla de Jesús como cordero de Dios (he ahí la clave precisa). Esto significaba que la elección para la primera clonación pública “con fines terapéuticos” había sido, sutilmente, una oveja, es decir, el género opuesto al cordero, al cordero de Dios. La luz se veía cada vez más cerca.

Lo anterior significaba inevitablemente que la ciencia había mandado una señal sutil, pero tremendamente significativa y poderosa. Habían producido, clonado, entregado vida, nada más ni nada menos, que a la especie “cordero”, simbólicamente al propio hijo de Dios (gol para la ciencia, 1-0). Por lo tanto, la cualidad de “crear vida” no era exclusiva de un ser superior que crea ex nihilo, sino que ahora era una facultad que rápidamente iría adquiriendo el ser humano, la ciencia.

El tema era apasionante, se decodificaba el mensaje que nos quería entregar el instituto escocés y la comunidad científica, la vida no sería jamás la misma y el año 2000 sería el elegido para hacérnoslo saber a todo el mundo.

Lamentablemente los razonamiento no se conformaron y las noticias, intuyendo eso, seguían llegando. Así fue como me encontré con el rumor (la situación se manejaba a la manera de los ciegos, como bien lo había descrito Sábato en su “informe sobre ciegos”) de que el próximo paso de la clonación y de los científicos era reproducir a partir de otras células a un “ciervo”. Esa era precisamente la pista que me llevaría a algo grande, a la lectura que el instituto escocés quería que la comunidad mundial fuese capaz de recibir. El lenguaje simbólico demostraba en este caso que las pretensiones de clonar a un ciervo tenían relación con la búsqueda, ahora, de los “ciervos del Señor”, es decir , se estaba anunciando que se podía clonar a los feligreses, en otras palabras, existía la capacidad de reproducir y entregar vida a seres humanos, al “orgullo creativo” de Dios. Todo calzaba perfectamente. El ser humano le quitaba el timón del barco al mismísimo Dios, sacaba paulatinamente del volante al “libretista”.

Con este descubrimiento mi asombro fue total, la idea me seducía y me daba miedo al mismo tiempo. Por otra parte, un joven chileno, escolar ¿qué haría con tamaña información?. Rápidamente necesité contar la noticia a algún confidente, esperando la formación de una cofradía o tal vez un buen asesor. Así llegué a un personaje tan simbólico como el descubrimiento, evité toda clase de rodeos y le conté lo decodificado:

- ¿ciervo ó siervo?, preguntó

- Ciervo, dije yo.

- no hueí’, ahora entiendo tus notas de castellano.- se limitó a decir tajante y escuetamente.






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