CRÓNICAS BURDELIANAS

Teorizando entre las legumbres


Cine y Filosofía: escenas en escenario.


por felipebravotorres.

No se trata ni de un intento de gnosticismo, simbolismo esotérico, ni mucho menos. Pero las conexiones de la obra cinematográfica de Stanley kubrick con ciertas visiones de mundo de algunos pensadores, escritores, etc. parecen ser evidentes; si hasta llegan a hablar de un “simbolismo intelectual”, los expertos de la experticia. Particularmente creemos (mi sombra de la mañana, yo y mi sombra de la tarde-noche) que las conexiones pueden estar dadas con algunos de los aspectos relevantes, polémicos y más “sabrosos” de la nociones expuestas por el mal llamado filósofo de la irracionalidad, Friedrich Nietzche. Y no solo por paralelos explícitos como la célebre imagen espacial de 2001: A space odyssey con el sonido de la filarmónica de Viena interpretando la introducción de “Also Sprach Zarathustra” (Así habló Zarathustra) de Richard Strauss; sino por un constante esfuerzo rico en detalles, por parte de kubrick, de ir haciendo mover la siguiente pieza en el tablero al espectador. Y es que parece que cuando se habla del arte como una “obra abierta” [1] Kubrick lo entiende así, asumiendo incluso la consecuencia de la muerte del autor, en la reescritura que pueda realizar quien recibe la obra. Diremos, una vez muerto el perro, no se acaba precisamente la rabia. Interpretaciones y conexiones hay tantas como cinéfilos, en este caso; si, incluso, podríamos estar perfectamente haciéndonos cargo del paralelo entre el pasaje bíblico de David y Goliat y la escena, de la misma película, donde David Bowman desconecta al poderoso, y ahora poco fiable, HAL 9000. Davides venciendo a rivales más poderosos con armas menores, una honda y un desatornillador, respectivamente para cada situación.




La relación Nietzsche-kubrick puede establecerse desde variados aspectos. Pero aquí nos encargaremos de los que entregan la mencionada 2001: A space oddyssey(1968) y A clockwork orange (de 1971, traducida como “La naranja mecánica”, basada en la novela de Anthony Burgess del ‘62). A pesar de que la cronología de estas dos películas nos lleva a realizar un camino inverso en la conexión con las ideas de Nietzsche, nuestro intento no se ve impedido. El protagonista de la naranja mecánica, el descreído Alex, contiene una serie de características muy particulares, un tipo con una sobre valoración de la ultra violencia, no se rige por ninguna tabla valórica absolutista y con un fuerte fanatismo por la obra de uno de los últimos románticos, Luwig.Von Beethoven (en particular la novena sinfonía, que resulta algo así como su orgasmos sonoro). Un tipo que no ve otro deleite espiritual exterior más que el de la música, el de la buena música, que no cree en mayores cosas y que, muy probablemente, le gustaría creer en el fondo. Características que podemos emparentar con lo que en Nietzsche comprendemos como un “hombre superior”, una suerte de proceso previo al advenimiento del llamado “superhombre”. Un “hombre superior” (no en sentido de superioridad en comparación con…) que de algún modo en su enajenación ve con la violencia su desarrollo, un hombre que ha llevado a cabo el proceso de la umwertung o transvaluación, que llama el Filósofo, un derribamiento de las tablas de valor en el entendimiento que las concepciones valóricas ni son únicas ni absolutas y que en el ejercicio de una genealogía de éstas, llegamos a comprender que más bien son concepciones humanas, demasiado humanas [2], parafraseando uno de sus títulos. Este “hombre superior”, este Alex, no sería otra cosa que un retrato de la humanidad contemporánea, un retrato quizá un tanto caricaturizado, exagerado y explícito en la película, pero retrato a fin de cuentas. Una utilización de la violencia por la violencia y el descreimiento, por parte de Alex y el propio mundo que lo contiene, ¿no se trataba de reformar a Alex bajo esa lógica también?


En 2001 podemos hacer inferencias similares. Basta recordar las escenas donde David Bowman, una vez victorioso frente a HAL 9000, llega a zonas circundantes de Júpiter para revisar el monolito negro y tras una escasa interacción con éste se ve en medio de un viaje psicotrópico al más puro estilo de de las caricaturas de Felix el gato de los 60’, pero amplificado en colores y velocidad. Para finalmente llegar a una habitación donde se encuentra consigo mismo en otro tiempo, más viejo y recostado sobre una cama a medio morir. Repentinamente pasa a otro extremo, convirtiéndose en un feto amniótico que flota en el espacio y que tiene como telón de fondo nuevamente la música de Strauss con Así habló Zarathustra. Aquí la conexión parece menos antojadiza, pues al parecer decididamente Kubrick trabajó sobre las nociones nietzscheanas de la muerte de Dios, el eterno retorno de lo idéntico y el advenimiento del superhombre [3]; la misión espacial y el dominio de la técnica, el enfrentamiento de Bowman consigo y la aparición del feto, respectivamente.

A grandes rasgos estos aspectos no llevan a relacionar estos dos controvertidos hombres y sus obras. Ahondar más en esto es un trabajo que, según propias intenciones del cineasta, lleva a la especulación, pues es uno de los objetivos que buscaba con sus películas.




[1] Umberto Eco, “Obra Abierta” (Opera Aperta). Italia 1962.
[2] Humano demasiado humano. Un libro para espíritus libres, de 1878. Friedrich Nietzsche.
[3] Nociones expresadas en la célebre obra nietzscheana “Así habló Zarathustra. Un libro para todos y para nadie” comenzado en 1883






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